La Casa del Terror: El Mal que Acecha en la Oscuridad

Había una vez, en un pequeño pueblo perdido en medio de la nada, una familia que se mudó a una antigua casa en las afueras. La casa era grande y espaciosa, pero desde el momento en que la familia se mudó, extraños sucesos comenzaron a ocurrir.

Por las noches, se escuchaban pasos en los pasillos, susurros en las habitaciones y puertas que se abrían y cerraban sin razón aparente. La familia comenzó a sentirse intranquila y asustada, pero no sabían a quién recurrir.

Un día, la hija menor de la familia, María, desapareció misteriosamente. La familia la buscó por todas partes, pero no lograron encontrarla. Los días pasaron y la policía no pudo dar con su paradero. La familia estaba destrozada.

Pero una noche, mientras la familia dormía, escucharon la voz de María llamándolos desde el sótano. Corrieron hacia abajo y se encontraron con una escena aterradora: María estaba sentada en medio de un círculo de velas, con los ojos en blanco y una sonrisa macabra en el rostro.

La familia intentó rescatar a María, pero algo los detuvo. Una fuerza oscura y maligna los rodeaba, impidiéndoles acercarse a ella. María comenzó a recitar palabras en un idioma desconocido, y la habitación se llenó de un frío helado y un olor a azufre.

De repente, las velas se apagaron y se escuchó un grito desgarrador. Cuando la familia encendió las luces, María había desaparecido nuevamente. La casa estaba en completo silencio, pero podían sentir la presencia de algo malévolo a su alrededor.

La familia decidió abandonar la casa esa misma noche, pero al intentar salir, se encontraron con una pared sólida donde antes había una puerta. Estaban atrapados en la casa, a merced de la entidad malévola que habitaba en ella.

Los días se convirtieron en semanas, y la familia comenzó a enloquecer en la oscuridad de la casa embrujada. Escuchaban risas siniestras y susurros que los perseguían a todas partes. Sabían que no había escapatoria, que estaban condenados a vivir en ese infierno por toda la eternidad.

Y así, la familia desapareció en las sombras de la casa embrujada, convertidos en almas atormentadas por la entidad malévola que los había atrapado. Nadie volvió a verlos jamás, pero los lugareños aseguran que aún se puede escuchar sus gritos en las noches de luna llena, recordando a todos que nunca se debe entrar en la casa del terror.

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